viernes, 18 de febrero de 2011

En este febrero...


En No se acaban las calles el lector asiste al cruel espectáculo de la vida diaria. Fernando Sánchez Clelo, después de experimentar con la minificción, se aventura en el cuento usando como herramienta la ironía y el humor descarnado.
Los personajes de estas historias son equilibristas de sus propias vidas. Taxistas, mujeres devotas, luchadores -entre una variada fauna citadina- son desmenuzados por la mirada ácida de Sánchez Clelo. En estos cuentos las claves que enganchan, que dejan un aguijón en el lector, son una prosa directa, diálogos veloces y plenos de humor, donde la vida bordea -a cada momento- el abismo y la sonrisa.